-¿Cómo percibe la situación de la mujer en la actividad científica desde su propia experiencia?
-No resulta fácil realizar un análisis global; mientras que en algunos estamentos no se perciben grandes diferencias, en otros más específicos y circunscritos se mantiene una escasa representación femenina. He de reconocer que en mi caso no he experimentado una discriminación por ser mujer. De hecho, tuve la suerte de contar siempre con personas que confiaron en mí, tanto en mi Universidad como cuando salí al extranjero y posteriormente. Así, tuve la oportunidad de dirigir mi propio grupo a una buena edad y eso se ha extendido a otras responsabilidades de gestión. Sin embargo, creo que en los puestos directivos y de responsabilidad sí que es más frecuente que existan diferencias y es donde más se percibe el denominado “techo de cristal”.
-¿Qué barreras ha tenido que superar?
-Creo que en la época que me ha tocado vivir ya se han producido grandes avances con respecto a generaciones previas. En mi caso, he de reconocer que no he tenido grandes dificultades; fui a un colegio alemán en el que niños y niñas compartíamos las aulas en un ambiente de igualdad y en el que se fomentaba el desarrollo del talento de cada uno independientemente del género. En la Universidad, también tuve la suerte de contar con el mismo clima –en clase de Medicina éramos prácticamente igual número de chicos y chicas–. No experimenté diferencias posteriormente tampoco al acabar la carrera y querer dedicarme a la investigación. En los sitios en los que me he desarrollado profesionalmente, ha primado la capacidad y valía sobre el género.
-¿Cuáles son las principales fortalezas de las mujeres científicas?
-No sé si haría grandes distinciones entre las principales cualidades de hombres y mujeres con respecto a la ciencia. Quizás atribuiría las diferencias más a la propia personalidad y bagaje de la persona que al género. Por decir alguna fortaleza, puede que las mujeres seamos muy pragmáticas y estemos acostumbradas a llegar a consensos.
-¿Por qué existe una menor presencia femenina en determinados campos de investigación?
-Resulta difícil hacer una valoración completamente objetiva. Por una parte, la maternidad, sin duda, es una circunstancia que limita de forma particular a las mujeres. Asimismo, en la crianza de los hijos son las mujeres las que llevan más el peso específico. Eso se puede trasladar a las tareas en el hogar, lo que puede condicionar la disponibilidad y dedicación para desempeñar determinados puestos. De igual modo, no solo los hijos, también el cuidado de los padres o familiares mayores recae por lo general en los miembros femeninos de la familia y no tanto en los hombres. Otra explicación puede estar relacionada con una actitud menos proactiva a la hora de buscar promociones laborales.
-¿Percibe avances en la eliminación de las barreras de género en la ciencia?
-Sin duda se ha avanzado de forma notable en este sentido. Si bien en acceso a estudios, doctorados y formación no hay tantas diferencias, esa igualdad no queda reflejada en los puestos de dirección, en los que la presencia femenina suele ser menor.
-¿Cuáles considera que son los principales desafíos pendientes para superarlas?
-Como indicaba anteriormente, el principal desafío reside en que las mujeres tengan acceso a los puestos de dirección y toma de decisiones importantes de forma igualitaria y en base a su valía.
-¿Cuál es su referente de mujer en la ciencia?
-El referente clásico y durante muchos años ha sido Marie Curie. Afortunadamente, con posterioridad ha habido otras mujeres que también han tenido una trayectoria excepcional, como por ejemplo la neurofisióloga italiana Rita Levi-Montalcini, que recibió el Premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1986 por el descubrimiento del NGF, el factor de crecimiento nervioso.